jueves, 23 de noviembre de 2017

Rumbo de colisión: segundo aviso de los científicos a la humanidad


Durante el 25 aniversario de la Cumbre de la Tierra en Rio de Janeiro, más de 15.000 científicos de 184 países del mundo hemos firmado un segundo aviso a la humanidad sobre la urgencia de conservar nuestro planeta. Aunque se han conseguido importantes mejoras (agujero de ozono, reforestación, energías renovables), la evolución de los indicadores ambientales revela un rumbo insostenible y una perspectiva alarmante para el bienestar humano. Pese a la unánime y rápida movilización de la comunidad científica y la creciente concienciación de la sociedad, muchos líderes políticos todavía priorizan intereses electorales y económicos a corto plazo en detrimento de la protección del medio natural.

Segundo aviso de los cientificos a la humanidad
En 1992 más de 1.700 científicos de todo el mundo, incluyendo todos los premios Nobel vivos en aquel momento, firmaron un escrito en el que resumían las preocupantes cifras de nuestro impacto sobre el planeta. Avisaban a la humanidad de que nuestras actividades llevaban rumbo de colisión con el mundo natural. Hace ahora veinticinco años de aquella Cumbre de la Tierra en Rio de Janeiro, reunión histórica en la que se definió el concepto de desarrollo sostenible y se dieron 2.500 recomendaciones para alcanzarlo. Ahora, en el 25 aniversario de una cumbre tan emblemática, más de 15.000 científicos de 184 países del mundo hemos firmado un segundo aviso a la humanidad. El aviso se ha plasmado en el artículo con más apoyos científicos de la historia y que ha resultado de una rápida y eficiente coordinación global del mundo académico. En este aviso se repasa la evolución de los principales indicadores ambientales en el último cuarto de siglo. Y la evolución no es precisamente la que se esperaba después de la cumbre en Río. 
El análisis de los indicadores ambientales y de su evolución evidencian que la humanidad no ha hecho bien los deberes programados en 1992. Estos incluían, entre otros, conseguir una reducción del crecimiento poblacional, revisar una economía basada en el crecimiento ilimitado, reducir la emisión de gases con efecto invernadero, incentivar las energías renovables, proteger hábitats naturales, restaurar ecosistemas, y frenar los niveles de contaminación, defaunación e introducción de especies exóticas invasoras. 
Sin embargo, no todo son malas noticias y es importante resaltar los aspectos positivos de nuestras actuaciones en materia medioambiental para alentar el progreso. El  Protocolo de Montreal para la Protección de la Capa de Ozono sirvió para reducir el problema que generamos en la capa de ozono liberando hidrocarburos halogenados a la atmósfera. Proyectos de educación a mujeres y niñas en las regiones más desfavorecidas están teniendo un impacto positivo en reducir la tasa total de natalidad. La deforestación en grandes zonas templadas del planeta se está reduciendo gracias a acertadas políticas de gestión y conservación. El sector de las energías renovables está creciendo globalmente y pronto serán más baratas que los combustibles fósiles a pesar de recibir cinco veces menos subvenciones que éstos últimos. Estas mejoras, aunque esperanzadoras, son, no obstante, insuficientes para contrarrestar el impacto creciente y nada sostenible que tenemos sobre los recursos naturales y el funcionamiento de la Tierra en la que vivimos. Y por eso este segundo aviso
¿Qué podemos hacer para cambiar el rumbo de colisión con el mundo natural? La lista de posibilidades es larga e incluye mejorar la red de espacios protegidos, detener la pérdida de hábitat forestal (sobre todo, en zonas tropicales y áridas), revertir la pérdida de fauna, reducir el consumismo, aumentar el reciclado y la reutilización, potenciar las tecnologías verdes y energías renovables, educar a la sociedad sobre los bienes y servicios que se obtienen de los ecosistemas cuando funcionan bien, reducir la desigualdad social y económica, e incluso promover una dieta más rica en productos vegetales. Y, muy especialmente, fomentar el empoderamiento de la mujer y su capacidad para decidir sobre su reproducción, algo que se ha demostrado como el mejor método para reducir el desmesurado crecimiento poblacional. 
El desafío ahora es combinar esta  Alianza Mundial de Científicos con la sociedad en su conjunto para seguir documentando amenazas, cambios, progresos y soluciones, y transferir esta información y esta urgencia a los líderes políticos. 
Resulta triste y preocupante aterrizar el escenario global a nuestro marco más próximo. Nuestro presidente, Mariano Rajoy, y su equipo de gobierno se ponen una vez más de perfil ante un problema complejo: ni estaban ni, lo que es peor, se les esperaban en Bonn, en la última Cumbre de las Naciones Unidas por el clima ( COP23). De hecho, el partido en el Gobierno de España ha contribuido a multiplicar las principales causas de degradación planetaria, impulsando el uso de combustibles fósiles boicoteando las energías renovables, favoreciendo la degradación de los ecosistemas reduciendo la protección de nuestras costas, fomentando la caza deportiva en espacios protegidos, eliminando la exigencia de controlar ciertas especies invasoras, y contribuyendo al agotamiento de los recursos hídricos desenterrando un modelo obsoleto de gestión del agua, en franca colisión con la Directiva Marco. Y eso que España está sufriendo una de las mayores sequias de su historia
Post datael breve artículo que acaba de publicarse contiene versiones en varios idiomas incluyendo el español y se puede consultar íntegramente aquí.

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